19 Septiembre 2019

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Un blog… “venga va”, pensé. Me parecía una herramienta útil en la que todo eran ventajas, aunaba dos hechos definitorios de mi ser: el amor a las palabras y las retorcidas reflexiones vitales…

Pues joder, qué difícil es ponerse a escribir así. Soy una duda constante y además, “¿qué voy a aportar al mundo?”

Práctica escribiendo mis cosicas tengo, se me entienda,  se me acumulan los cuadernos de reflexiones desde que tenía 18… En el momento en el que visualizo las horas frente al cuaderno me viene a la cabeza “ya se te podia dar mejor” y a la vez un emoticono partiéndose la caja. Hay que reírse de una misma.

En fin, después del “venga va” sólo han venido dudas y preguntas a mis sesos, ya que todo quisqui habla de lo que desconoce, porqué no exponerlas en esta infinita telaraña.

Estos últimos meses me he encontrado muy centrada y dada mi tendencia a la dispersión, me he sentido orgullosa de mi misma.

De repente, como para sacarme de este centro y conectarme con la otra telaraña que es mi cerebro comienzo, sin saber cómo, con estas intensidades vitales: “¿qué sentido tiene la Música?”, “¿qué sentido tiene el Arte?”, “¿Para que sacrificas tanto por ello?”, “¡Contesta!” … Me susurra y grita al mismo tiempo.

Y lo cierto es que sólo encuentro una certeza, la certeza de que es inevitable e imposible para mí seguir otro camino. Eso, lo sé. El resto de respuestas, ni pajolera idea.

-¿Para qué? … ¿Para qué? … ¿Para qué? … ¿Desde dónde, además?

-¡Contesta!

-Necesito meditar, ir a la piscina.

-No te vas a librar.

-Lo sé.

Por ahí empieza mi diálogo interno cada día. Acto seguido comienzo a pensar en el derroche de ego que se ve en las redes, en los medios, en la calle, en las conversaciones, en los músicos, en los actores, en los artistas, en mí misma a veces… nadie libra. Me fustigo un poco por juzgar aunque para mí, estoy en lo cierto. También me fustigo porque sé que nadie libra, yo tampoco.

Eso sí, me llega la certeza de mi desde dónde. Cada vez que me siento en el escenario e incluso en mi estudio, intento respirar y conectar con mi corazón, para que sea él quien hable y no yo. Me siento en amor cuando consigo (porque no siempre puedo conectarme) tocar desde ahí y al pensarlo, en este momento revivo esta sensación. Esto me hace sentir bien y me hace sonreír dentro y fuera. Lo siento puro.

Es una sensación limpia y bondadosa.

Mas después de todas estas reflexiones, me viene la desazón que sentía de niña, cuando no entendía nada de este mundo y todo me parecía extraterrestre. Para qué había que trabajar o para qué habíamos montado toda esta parafernalia llamada sociedad. Intento no ir mucho ahí. Es el mismísimo Hades.

Pasa un día. Sin dormir.

Conclusiones momentáneas.

Lo cierto es que quizá todas estas preguntas han de seguir siendo preguntas porque por eso existe la Música. Para dar vida a través de su lenguaje, a la desazón, al amor, a la búsqueda… a todas estas tribulaciones vitales. Todas ellas se transforman en Música.

Me viene una válvula de una olla a presión a la cabeza. Menos mal que pueden transformarse. “¡Guardarlas es mu malo niña!”, me digo.

Desconozco qué es el Arte y la Música. Me da igual.

Sea.

Siempre honesta, siempre con corazón, siempre coherente con una.

Sea esta la Música.

Bienvenides a este blog.